sábado, 24 de marzo de 2012

De mil colores


Imagina que  oyes el número cinco y aparece el color rojo en tu cabeza o puede que toques algo rugoso y al mismo tiempo saborees algo amargo. Estoy hablando de sinestesia que no es más, ni menos, que la facultad que poseen algunas personas (aproximadamente una de cada veinticinco) para experimentar sensaciones de una modalidad sensorial a partir de la estimulación de otra distinta. Un sinéstataso puede oír los colores, ver los sonidos o saborear la textura de un objeto. Las posibilidades son infinitas, tantas como sinéstatas hay y no se suelen repetir las sensaciones percibidas de unos a otros. Aunque se sabe muy poco de este fenómeno parece que todos somos sinéstatas cuando nacemos y dejamos de serlo en torno a los siete meses de vida.

Algunos investigadores, Cytowic entre otros, estudian el fenómeno de la sinestesia no sólo bajo el punto de vista neurocientífico demostrando que es una experiencia sensorial con base cerebral, en concreto se trata de cruces de actividades cerebrales. Además la relacionan con el conocimiento humano, la razón y la emoción de manera que consideran que el posible periodo neonatal de sinestesia puede ser una causa de la construcción de metáforas. De cualquier manera sin llegar a los extremos de los sinéstatas parece que en cualquier persona con una percepción considerada “normal” pueden producirse asociaciones entre sentidos.

Así, vemos como personas normales pueden asociar sonidos a olores. Los psicólogos de la Gestalt hicieron algunos descubrimientos interesantes en relación a la percepción de la forma. En un experimento psicológico ideado por Wolfgang Köhler, se pide al sujeto que diga cuál de estas figuras se llama Booba y cuál Kiki. Prueba a contestar tú.
Del 95% al 98% de la gente le asigna el nombre Kiki a la figura angular naranja y Booba a la figura redondeada violeta. Sabemos entonces que las personas asociamos las formas a determinados sonidos y viceversa. Esto puede tener implicaciones en el desarrollo del lenguaje; es decir, que el mecanismo de poner nombres a los objetos no es totalmente arbitrario. Parece que determinadas figuras nos remiten a determinados sonidos. Podemos explicar que la forma redondeada suele recibir el nombre de Booba porque los labios forman una figura redondeada para producir el sonido. En cambio, los labios forman una figura más angulosa al pronunciar Kiki. Además, el sonido de las K es más forzado que el de las B.

Para algunas personas la experiencia al enfrentarse a una pieza musical puede ser realmente excitante: las notas dibujan paisajes de colores, líneas y dibujos imposibles que se mecen al ritmo de los acordes y estallan en mil formas geométricas y nubes de colores al golpe de la batería y los platillos. Es lo más cercano a las alucinaciones que provocan sustancias como la mescalina o el LSD.


P.D.: Una evidencia más de que la realidad no existe y que la construimos a través de nuestras percepciones. Nuestra manera de percibir es única y condiciona nuestra manera de comunicarnos y de estar en el mundo. No olvides que muchos artistas que fueron capaces de conmover y emocionar fueron sinéstatas. Baudeleire, Rimbaud, Nabokov, Rimsky-korsakov, Kandinsky o Marcel Proust, entre otros, plasmaron en sus obras simplemente  la forma que tenían de percibir el mundo, distinta a la tuya y a la mía, afortunadamente.

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