sábado, 21 de enero de 2012

No me chilles, que no te veo

Hoy te contaré cosas acerca de la manera que tenemos las mujeres y los hombres de comunicarnos o, mejor, de no entendernos.

Me gusta como lo explica John Gray: Los hombres y las mujeres se comunican de manera tan diferente que casi parecen proceder de planetas distintos, Marte y Venus, con idiomas distintos y necesidades también diferentes.

Una traducción “literal” de las palabras de la mujer puede fácilmente confundir a un hombre acostumbrado a utilizar el habla como medio de transmitir sólo hechos e información. “Quiero olvidarme de todo” significa, traducido al marciano: “Quiero que sepas que me encanta mi trabajo y la vida que llevo, pero hoy me siento abrumada. Me gustaría hacer algo realmente positivo para mí antes de tener que aceptar responsabilidades de nuevo. ¿Por qué no me preguntas ¿Qué hay? y luego escuchas con solidaridad y comprensión y sin ofrecer soluciones? Lo que quiero es ver que comprendes las presiones a las que estoy sometida. Eso haría que me sintiera mucho mejor. Me ayudaría a relajarme. Mañana volveré de nuevo a ser responsable y a hacer cosas”.

Sin esta traducción, cuando la mujer dice: “Quiero olvidarme de todo”, es posible que el hombre oiga: “Tengo que hacer muchas cosas que no quisiera hacer. Soy muy infeliz contigo y con esta relación. Deseo una pareja mejor, un hombre que haga mi vida más satisfactoria. Lo estás haciendo muy mal”

Uno de los grandes desafíos a que se enfrentan los hombres es el de interpretar correctamente y apoyar a la mujer cuando ésta habla de sus sentimientos. El mayor desafío para las mujeres es interpretar correctamente y apoyar al hombre cuando éste no habla. Para nosotras, es fácil interpretar mal el silencio. Los hombres antes de hablar o contestar, “rumian” primero en silencio o piensan en lo que han oído o experimentado. De manera interna y callada, imaginan la respuesta más correcta o útil. Las mujeres debemos entender que, cuando el hombre calla, lo que está diciendo es: “Todavía no sé qué decir, pero estoy meditando”. Y en cambio, lo que oímos es: “No te contesto, porque no me importas y no voy a hacerte caso. Lo que me has dicho carece de importancia, y por lo tanto no te contesto”. Es fácil que una mujer imagine lo peor cuando el hombre se queda callado, porque una mujer sólo se quedaría callada cuando lo que tuviera que decir pudiera hacer daño o cuando no quisiera dirigirle la palabra a alguien porque ya no confiara en él y no quisiera tener nada que ver con él.

Cuando está disgustado o agobiado, el hombre deja automáticamente de hablar y se encamina hacia “la cueva” para aclarar sus ideas. Si nosotras les permitimos ir a sus cuevas, los hombres saldrán al cabo de un rato y aquí no habrá pasado nada. Una de las reglas de oro en Venus es no abandonar jamás a una amiga cuando ésta está agobiada. La mujeres que nos preocupamos por ellos, queremos entrar en la cueva para socorrerlos pero esto no hace más que aumentar el malestar de los marcianos. ¡No entres nunca en la cueva del hombre si no quieres ser quemada por el dragón!


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