sábado, 30 de marzo de 2013

Infiel

Difícil imaginar lo que da de sí una clase de psicología. En la última, empezamos hablando de actitudes y acabamos hablando de las causas del fracaso en la parejas. Cuando me di cuenta me había comprometido a escribir un post dedicado a la infidelidad.

Ahí va la obviedad: habida cuenta de los índices de divorcio actuales en el mundo desarrollado, el matrimonio monógamo de larga duración ha dejado de ser la regla para convertirse en la excepción. Pero maticemos: en un extremo, los franceses parecen menos maniáticos que la mayoría cuando se tratan estos asuntos. En el funeral del presidente François Mitterrand, su esposa y su querida se consolaban mutuamente mientras las cámaras de televisión retransmitían el evento a todo el planeta. En cambio, los estadounidenses todavía padecen una resaca puritana, además de la doble moral de alimentar la mayor industria pornográfica del mundo

La antropóloga Margaret Mead destaca en sus escritos que la monogamia es una de las disposiciones maritales humanas más difíciles de mantener, así como una de las más infrecuentes. Considera que evolutivamente la monogamia va en contra de la naturaleza animal y humana. Este concepto implica exclusividad en el apareamiento y, según Mead, no es la tendencia biológica del ser humano ni de los animales, excepto en casos como los monos titís, algunas especies de aves, focas y roedores, los murciélagos y la nutria gigante de Sudamérica. La antropóloga señala que los animales machos tienden más a la poligamia que las hembras a la poliandria. Pese a ello sostiene que, en general, tanto los machos como las hembras suelen aparearse con distintas parejas a lo largo de sus vidas.

Por su parte, David Buss, de la Universidad de Michigan y Robert Wright, autor del libro The Moral Animal mantienen que la infidelidad está inscrita genéticamente en nuestro código instintivo, o sea, la naturaleza nos dotó de un gen de la infidelidad, como una garantía de supervivencia para los humanos. Así el varón busca tener el mayor número posible de relaciones con el mayor número posible de mujeres, como una forma de garantizar que tendrá el mayor número de hijos. Las mujeres tendrían, además del instinto de tener hijos, el de buscar los códigos genéticos del varón más fuerte, inteligente y valeroso posible, en otras palabras, el mejor varón que pueda conseguir. De acuerdo a estos teóricos la pareja para toda la vida es una utopía. Estamos preparados para relaciones estables, monógamas, pero de una duración limitada, para luego cerrar ese vínculo y más adelante iniciar otro. Para la psicología evolucionista los seres humanos tendemos a lo que se llama “monogamia en serie”, pero no a la exclusividad sexual.

A pesar de que las relaciones extramatrimoniales se condenan y la fidelidad es un valor básico y fundamental en el matrimonio, en el 72% de las 56 sociedades más importantes la transgresión del pacto de fidelidad sexual es frecuente. Pero, ¿por qué somos infieles? Los motivos por los cuales varones y mujeres son infieles son diferentes: en los varones la necesidad de reafirmar su autoestima y machismo, la búsqueda de variedad sexual, la “cortesía masculina” que impide dejar pasar una oportunidad que está servida, la insatisfacción sexual en la pareja y en el caso de padecer un problema sexual testearse para comprobar si afuera también les pasa, son las causas más comunes. En las mujeres, la insatisfacción afectiva y los problemas de comunicación en la pareja, la sensación de no sentirse importantes y especiales para su compañero y una sexualidad muy mecánica y poco creativa son factores desencadenantes de la infidelidad. 

Dicho lo cual, y antes de demonizar la cuestión, hay que tener en cuenta el hecho de que muchas parejas tras una infidelidad han crecido y evolucionado básicamente porque supieron transformar una crisis en una oportunidad de progreso. Imagino lo que estás pensando, por supuesto que esto implica mucha madurez, diálogo y entendimiento. Pero es importante dejar claro que una infidelidad no siempre es negativa, lo que es negativo y destructivo es la manera en que habitualmente se maneja la situación. Debemos estar concientes de que, para que se rompa una relación, no es necesaria la existencia de un amante, sino que es suficiente con perder cosas tan valiosas como el placer de estar juntos, el calor emotivo, la intensidad, la satisfacción sexual o la comunicación.


P.D.: El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre, una cuerda sobre un abismo (Nietzsche).

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