sábado, 23 de febrero de 2013

Bésame tonto

¿Recuerdas tu primer beso? Los expertos dicen que para la mayoría de nosotros es algo inolvidable, incluso más que la primera relación sexual. Casi todos somos capaces de recordar hasta el 90 por ciento de los detalles de nuestro primer beso, da igual que ocurriese hace cincuenta años o hace unos meses.

Ya sé que sabes que besar es todo un arte, pero, te cuento, también tiene su propia ciencia. Se llama filematología, y las últimas investigaciones en esta disciplina revelan que intercambiar saliva nos ayuda a escoger la pareja más adecuada.

Según explicaba la neurocientífica Wendy Hill durante una reciente reunión de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), las sustancias químicas que contiene la saliva nos ayudan a evaluar a una posible pareja para decidir si es la más idónea. En los humanos, el beso es fundamentalmente una cuestión química, según la antropóloga Helen Fisher. La saliva masculina tiene testosterona y los hombres prefieren los besos húmedos porque inconscientemente intentan transferir testosterona para provocar el apetito sexual en las mujeres. Además, este tipo de besos podría ayudarles a medir los niveles de estrógenos femeninos de su pareja, para hacerse una idea de su grado de fertilidad. En cuanto a las mujeres, el beso les sirve para detectar el estado del sistema inmune de su posible pareja y saber cuánto se cuida.
Pero vamos a lo práctico: cada beso que se da consume 12 calorías. Quizás sea porque para emplearnos en ello, debemos mover hasta 36 músculos, o bien porque las pulsaciones del corazón aumentan de 60 a 100 latidos cada vez que unos labios se unen a otros. Un beso que funciona actúa como una droga porque estimula un cóctel de hormonas y neurotransmisores. Sube lo que llaman la hormona del amor, la oxitocina, que crea vínculos a medio y largo plazo. También suele subir la dopamina, sobre todo en los primeros besos de una relación, y se fomenta el deseo, ese sentimiento de que no puedes esperar a estar con alguien cuando te enamoras. La serotonina, el neurotransmisor que tiene que ver con los sentimientos obsesivos-compulsivos —te cuesta comer, dormir…— también aumenta.

Un beso fracasado, en cambio, te leva a un pequeño caos químico que estimula la hormona del estrés, el cortisol, y pone freno a la relación. De hecho, el psicólogo Gordon Galup, de la Universidad de Albany (Estados Unidos), calcula que más de la mitad de las personas terminan con una pareja porque el primer beso no funcionó.

Y, ahora, supongo que te preguntas por qué te gusta tanto besar. Pues parece ser que los labios son una de las áreas más pobladas de neuronas sensoriales de todo el cuerpo. Son cien veces más sensitivos que las yemas de los dedos… Ni siquiera los genitales son tan sensitivos como los labios humanos. Cuando besas, estas neuronas, junto a las que hay en la lengua y la boca, envían mensajes potentes al cerebro, que responde con emociones intensas, sensaciones agradables y reacciones físicas. Además, en un beso hay un intercambio muy importante de información — olfativa, táctil y postural— que ayuda al otro (o la otra) a acceder a muchos datos sobre ti y sobre vuestra compatibilidad, tal vez incluso genética.

Y, sigo suponiendo, ahora te preguntarás cómo debes besar. Dicen los estudios que cuanto más entusiasta es el beso, más potencial ofrece la relación; ésta es una percepción que tienen sobre todo las mujeres. Así que si alguien te importa, bésalo con ganas. En cualquier caso, científicos, sexólogos y demás estudiosos de la materia aconsejan que deberíamos besar únicamente cuando tenemos ganas y nunca con una actitud de hastío, rechazo o indiferencia, ya que los efectos emocionales negativos podrían ser muy perjudiciales.



P.D.: Según la Universidad de Bochum en Alemania, el 10% de la población mundial, unos 650 millones de personas, no se besa nunca, como en algunas tribus de Finlandia, en algunas regiones de China o en Mongolia, donde los padres no besan a sus hijos sino que les huelen la cabeza y los maoríes siguen mordiéndose en la cara en vez de besarse.

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