sábado, 11 de febrero de 2012

L´amour oh la la!

Voy a tratar de dar una visión científica al asunto del que todo el mundo habla pero pocos entienden. Digo entender de verdad. Porque desengaños amorosos hemos tenido todos y, de la misma manera que pinchar una rueda no nos ha convertido en mecánicos, el desamor no nos hace especialistas en el tema.

El amor romántico es una de las más curiosas, excitantes y dolorosas experiencias del ser humano. La gente vive, canta, mata y muere por amor, así que tiene que ser algo profundamente imbricado en el cerebro humano. Según la antropóloga Helen Fisher el amor es pura química. Y, antes de que me acuses de hereje o aguafiestas, te diré que igual que se pueden conocer todos y cada uno de los ingredientes de un pastel de chocolate y seguir disfrutando de él podemos conocer toda la química que hay detrás del amor romántico y seguir captando su magia.

Amamos porque, hace millones de años, nuestros antepasados necesitaban este flujo cerebral, estos impulsos y sentimientos para dirigir su cortejo, apareamiento, reproducción y paternidad. Por lo tanto, el amor es una necesidad fisiológica, un instinto animal y también el resultado de un flujo químico en el cerebro.

Cuando se estudia el cerebro de personas enamoradas los científicos hallan actividad en muchas partes del cerebro, pero destaca la actividad en una pequeñísima fábrica que hay cerca de la base del cerebro, llamada el área ventral tegmental. Y lo que hace esa fábrica es producir dopamina, un estimulante natural: un estimulante que proporciona sensaciones de plenitud, euforia y cambios de humor.

En los hombres descubrimos, además, una mayor actividad en una pequeña región cerebral asociada con la integración de los estímulos visuales. Esto tiene sentido: el negocio de la pornografía se apoya en los hombres y las mujeres se pasan la vida intentando agradar con su aspecto a los hombres. Durante millones de años, el hombre ha tenido que mirar bien a la mujer y tomarle la medida para ver si ella le daría un niño saludable.

Pero hay algo entre las mujeres que sorprende muchísimo. En ellas hay una mayor actividad en unas tres áreas diferentes, asociadas con la memoria y la rememoración, no simplemente con la capacidad de recordar. Y esto se entiende si pensamos que, durante millones de años, una mujer no podía mirar a un hombre y saber si podía ser un buen padre y un buen marido. Para saberlo, tenía que recordar. Tenía que recordar lo que había dicho el último día de San Valentín, cómo se había comportado con anterioridad, y así es, nos acordamos. Y esperamos que se cumpla lo dicho. Y nos llamamos las unas a las otras por teléfono, y lo recitamos, para estar seguras de que nos acordaremos. Es un mecanismo de adaptación que las mujeres probablemente han poseído durante cuatro millones de años, para conseguir al hombre adecuado.

Los científicos coinciden en que los efectos del amor son similares a los de las drogas adictivas, tiene todos los síntomas: a medida que el tiempo pasa, uno quiere más y más de la persona deseada. Además, es una adicción muy difícil de controlar Si has sido rechazado, lo mejor es deshacerse de todo lo que te recuerde a esta persona, no llamarla ni contactarla nunca más, salir y hacer cosas que te distraigan. Eventualmente, la química cerebral del amor romántico irá amainando, tal y como sucede con el síndrome de cualquier adicción.

El otro día leía una apreciación divertida: “el amor es un equívoco entre un hombre y una mujer que suele disiparse en el matrimonio”. Para los no científicos, el amor, afortunadamente, es algo mucho más simple y divertido….


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