sábado, 18 de febrero de 2012

Hoy no me puedo levantar

Son las 7:00 de la mañana, me despierta la ansiedad. Hoy no me puedo levantar, he debido dormir apenas unas horas. Desde que todo lo malo sucedió no pasa nada más en el mundo y siento que va a seguir sucediendo sin fin. Sensación de frío, desasosiego, temor, irrealidad. Pasaron la ira, la tristeza, la culpa repentinas y aún así no puedo quitármelo de la cabeza y, claro, como mis sentimientos dependen de mis pensamientos esto no marcha bien. Necesito encontrar la perspectiva del asunto pero por más que lo intento no soy capaz de verla.

En física se denomina resiliencia a la capacidad de un material para recobrar su forma después de haber estado sometido a altas presiones. Ya imaginas lo que implica esto para la psicología: la habilidad de algunas personas para rebotar de las situaciones difíciles, de sobreponerse a contratiempos o incluso resultar fortalecidos por los mismos.

Las investigaciones apuntan a que nuestro índice de felicidad depende de la rapidez con la que superamos las caídas. La búsqueda de una escurridiza felicidad continua no es tan importante como el modo de aprender a capear las tormentas emocionales y recuperar la normalidad lo más rápidamente posible. Lo importante no es que te sientas siempre feliz sino que aprendas a, suceda lo que suceda, recobrar pronto la alegría. Todos nos caemos, lo que nos diferencia es la manera de levantarnos. La clave puede estar en convertir una pérdida en una ganancia. Hay que procurarse un estado de ánimo y un espíritu optimista, porque cuando eres optimista eres capaz de ver el factor positivo de una pérdida. Hay que ser consciente de la razón del fracaso, hay que analizarlo una vez te has levantado pero no durante la caída así, tu resiliencia te hará más grande, más fuerte, más sabio.

Y te preguntarás qué facilita la resiliencia, pues, entre otras cosas la autoestima y el afecto de la gente que te rodea. Por el contario, las mayores trampas para levantarse con dignidad son la arrogancia o dar por hecho algo. Se trata de hacer un buen análisis de la situación y no quedarse sólo en la obviedad de la superficie. Si no somos capaces de detectar el verdadero error el aprendizaje es baldío.

Muchas personas han experimentado efectos beneficiosos a largo plazo después de sufrir traumas serios, desde enfermedades graves a desastres naturales, pasando por accidentes, combates militares, agresiones, y pérdida de seres queridos. Desde los albores de la civilización se ha propagado la idea de que a través de la adversidad se puede obtener la recompensa. Quizá esta creencia sea el origen de la sentencia popular de que “no hay mal que por bien no venga”, o del viejo proverbio chino, “abundantes beneficios esperan a quienes descubren el secreto de encontrar la oportunidad en la crisis”. Una vez le preguntaron a Stephen Hawking en una entrevista: “¿Cómo se mantiene tan optimista?” Él contestó: “Mis expectativas se redujeron a cero cuando tenía 21 años. Desde entonces todo en mi vida han sido pluses”.


P.D. Alguien me enseñó una vez que la vida es muy perra y que te golpea a veces hasta derrumbarte. Es entonces, cuando estás con tus carnes por el suelo, el momento de levantarte y, asiéndote a clavos ardiendo, decirle, mirándole de frente: “Aquí estoy, venga, golpea otra vez”.

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