domingo, 18 de diciembre de 2011

El infierno (no) son los otros

Salvo Sartre, y tengo mis dudas, todos los demás padecemos de instinto gregario. Tenemos una gran disposición a formar parte de un grupo, a relacionarnos con los demás. Los recientes estudios acerca de la felicidad señalan que una de las cosas que nos hacen sentir más felices es pasar tiempo con otros. Además, el hecho de preferir estar en grupo es una cuestión de supervivencia. De hecho, uno de nuestros mayores miedos, junto al de hablar en público o el miedo a volar, es que nos echen de la cueva, entre otras cosas porque podrían devorarnos las fieras.

Es cierto que, además de gregarios, somos seres egoístas por naturaleza. Ambos extremos nos sirven para sobrevivir como individuos y como especie. Pero en mi opinión, puestos a elegir, lo gregario es siempre más útil para la supervivencia del grupo y en consecuencia, del individuo.

Piensa en las veces que tus tendencias ególatras te han hecho volver la cara ante los, que supones son, problemas de otros. Ruben Turienzo (rubenturienzo.com) utiliza una fábula en su libro Saca la lengua, que te va a servir para darte cuenta de lo improductiva que puede resultar esta actitud.

Un ratón, mirando por un agujero en la pared, ve a un granjero y su esposa abriendo un paquete. Sintió una gran emoción imaginando qué podría ser lo que contenía pero quedó aterrorizado cuando descubrió que ¡¡¡ era una ratonera !!!. De manera que fue corriendo al patio de la granja a advertir a todos:
-Hay una ratonera en la casa, una ratonera en la casa!!!

La gallina, que estaba cacareando y escarbando, levantó la cabeza y dijo:
- Discúlpeme Sr. Ratón. Yo entiendo que es un gran problema para usted, más no me perjudica en nada, no me incomoda.

El ratón fue hasta el cordero y le dijo:
- ¡¡¡ Hay una ratonera en la casa, una ratonera !!!
- Discúlpeme Sr. Ratón, pero no hay nada que yo pueda hacer, solamente pedir por usted. Quédese tranquilo que será recordado en mis oraciones.

El ratón se dirigió entonces a la vaca, y la vaca le dijo:
- Pero, ¿acaso yo estoy en peligro? Pienso que no…. es más ... Estoy segura que no.
Entonces el ratón volvió a la casa preocupado y abatido para encarar a la ratonera del granjero.

Aquella noche se oyó un gran barullo, como el de una ratonera atrapando a su víctima. La mujer del granjero corrió para ver lo que había atrapado. En la oscuridad, ella no vio que la ratonera atrapó la cola de una cobra venenosa. La cobra mordió a la mujer.
El granjero la llevó inmediatamente al hospital. Ella volvió con fiebre. Todo el mundo sabe que para alimentar alguien con fiebre, no existe nada mejor que una sopa. El granjero agarró su hacha y fue a buscar el ingrediente principal: la gallina.

Como la enfermedad de la mujer continuaba, los amigos y vecinos fueron a visitarla. Para alimentarlos, el granjero mató el cordero. Pero la mujer no se curó y acabó muriendo.
Y el granjero entonces vendió la vaca al matadero para cubrir los gastos del funeral.

Te guste o no, todo depende de todos. Ya no es sólo cuestión de vivir en grupo, ahora formamos parte de redes cargadas de remitencias y no tienes más remedio que actuar responsablemente.

P.D.: Hay una frase de Susanita, la amiga de Mafalda, que me divierte mucho: Yo amo a la humanidad, lo que me revienta es la gente. Me temo que esto mismo debieron de pensar estos simpáticos marcianitos… ¡¡qué lección de humanidad!!

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