sábado, 3 de noviembre de 2012

Dime con quién andas y te diré si te estresas

En una serie de elegantes experimentos acerca del estrés realizados por Jay Weiss, filólogo de la Universidad Rockefeller, una rata recibe descargas eléctricas leves, tras una serie de ellas, la rata desarrolla una respuesta de estrés prolongada, en la habitación contigua, otra rata recibe la misma serie de descargas, siguiendo la misma pauta y con la misma intensidad, por lo que su equilibrio alostático se pone en peligro en la misma medida. Pero esta vez, siempre que la rata recibe una descarga puede subir corriendo a una barra de madera y roerla. Este animal tiene muchas menos probabilidades de desarrollar una úlcera, porque se le ha proporcionado una salida a la frustración. Hay más tipos de salidas que son efectivas: si la rata come algo, bebe agua o corre en una rueda giratoria, es menos probable que desarrolle una úlcera

Una variante del experimento de Weiss revela una característica especial de la reacción de salida a la frustración. Esta vez, cuando la rata recibe una serie idéntica de descargas y se halla alterada, puede cruzar corriendo la jaula, sentarse junto a otra rata y…, liarse a mordiscos con ella. Se trata de un desplazamiento de la agresión inducido por estrés, que hace maravillas a la hora de minimizar los efectos estresantes de un agente. Es también una especialidad de los primates. Sapolsky lo cuenta muy bien: un babuino macho pierde una pelea. Lleno de frustración, se da la vuelta y ataca a un macho subordinado que está a lo suyo. Éste, a su vez, se lanza sobre una hembra adulta, que muerde a una hembra joven, que tira de un árbol a una cría. Un porcentaje elevadísimo de la agresión en los primates es una manifestación de frustración desplazada hacia espectadores inocentes. A los humanos se nos da muy bien, y tenemos una forma técnica para describir este fenómeno en el contexto de la enfermedad asociada al estrés: “Es de esos tipos que no tiene úlcera: la provoca”. Pagarlo con otra persona es muy eficaz a la hora de minimizar el impacto de un agente estresante.

Pero, por suerte, hay otro modo de interactuar con otro organismo para minimizar el impacto de un agente estresante mucho más positivo para el futuro de nuestro planeta que el desplazamiento de la agresión. Las ratas apenas lo emplean, pero los primates somos unos expertos. Si se somete a una cría de primate a una situación desagradable, emite una respuesta de estrés. Si la sometemos al mismo agente estresante en una habitación llena de primates, depende. Si los primates son extraños, la respuesta de estrés empeora. Pero si son amigos, disminuye. Estamos hablando de redes de apoyo social: ayuda disponer de un hombro sobre el que llorar, una mano a la que agarrarse, unos oídos que te escuchen, alguien que te acune y te diga que todo va a salir bien.

Las investigaciones han demostrado que las personas con conyuge y/o amigos íntimos tienen mayor esperanza de vida. Cuando muere el cónyuge, el riesgo de morir se dispara. Las personas que están socialmente aisladas tienen unos sistemas nerviosos simpáticos excesivamente activos, y mayor probabilidad de desarrollar una enfermedad cardíaca. Dicho esto, no puedo evitar dudar acerca de la causa y el efecto. ¿La soledad incrementa el estrés o es la tendencia a estresarse lo que aumenta la soledad?


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