sábado, 6 de octubre de 2012

Be water my friend

Alguien me enseñó alguna vez una máxima empresarial: “Cuando dos socios piensan igual uno de los dos sobra”. Me venía esta idea a la cabeza porque andaba reflexionando acerca de esa manía tan humana de preferir a las personas que piensan como nosotros, porque nos produce un gran escozor mental el que nuestros esquemas mentales se enfrenten a personas o a información disonante con nuestras creencias o pensamientos. Sin embargo, no somos conscientes de los riesgos en los que incurrimos cuando evitamos a los que piensan diferente o desechamos la información que contradice lo que pensamos. Estamos muy cerca entonces del dogmatismo que se manifiesta en egocentrismo, soberbia, arrogancia e intolerancia.

Para una mente flexible, como decía Walter Riso en El arte de ser flexible, hay seis zonas de las que alejarse: la del dogmatismo (creencias inamovibles), la de la solemnidad/amargura (tomarse demasiado en serio a uno mismo), la de la normatividad (aceptación ciega de las normas), la del prejuicio y el fanatismo, la de la visión simplista del mundo y la del autoritarismo y abuso del poder.

Me gusta la manera de explicarlo de Gerald Edelman, premio Nobel de Medicina, precisamente por sus estudios sobre el sistema inmunitario, y que actualmente trabaja en el campo de la neurociencia. Mantiene Edelman que el encuentro es lo que hace que dos gases distintos, como son el oxígeno y el hidrógeno, sean capaces de crear algo tan nuevo y sorprendente como es el agua, la fuente de la vida. El oxigeno es la base de la respiración y el hidrógeno es el gas principal de la atmósfera, que existía previamente a que hubiera vida en nuestro planeta. Sin este hidrógeno no hubieran aparecido las primeras bacterias que poblaron la tierra y que generaron el oxígeno que ahora respiramos. Igual nos pasa a las personas, unas alcanzan unos logros y otras consiguen cosas diferentes. Si sólo nos gusta la gente que piensa y actúa de igual modo que nosotros, seremos como oxígenos que sólo quieren hablar con oxígenos o hidrógenos que sólo quieren hablar con hidrógenos. Al no haber encuentro entre ambos, no podrán manifestarse esas propiedades emergentes, que sí se manifiestan cuando dos gases distintos <<olvidan sus diferencias>> y se encuentran para formar una molécula como el agua, que se convierte en la verdadera fuente de la vida. Es curioso que ninguna propiedad física ni química del agua puede deducirse de los gases de partida. Se cumple el principio gestáltico de que el todo es superior a la suma de las partes.

Así, en la amistad el yo no se desvanece en el otro; todo lo contrario, florece. A diferencia del amor, la amistad no asegura que uno más uno es uno, sino que uno más uno son dos. Cada uno de los dos es enriquecido por el otro. Además,  la divergencia puede ser divertida…

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