domingo, 29 de septiembre de 2013

Sólo unos minutos



Acaba de empezar el curso y ya he recibido más de un email lleno de promesas de alumnos que, ante los fracasos del curso pasado, han decidido esforzarse por llevar el curso al día. Muchos lo manifiestan incluso en clase, delante de sus compañeros. Pero los profes sabemos que muy pocos cumplirán sus promesas. En pocos días se aburrirán, se desmotivarán y empezarán a hacer el vago.

La cuestión es que en general el ser humano tiene que hacer un esfuerzo por estar motivado, por empezar y acabar las tareas, pero también es cierto que algunos consiguen sobreponerse a la procrastinación y superar la pereza. Para los alumnos que no llevan esta cualidad de serie ahí van un par de técnicas:

La técnica del “sólo unos minutos” fue propuesta por una psicóloga rusa llamada Bliuma Zeigarnik. Ella comprobó que cuando empiezas una actividad, la mente experimenta una especie de ansiedad hasta que terminas lo que estás haciendo, porque al cerebro no le gusta nada dejar las cosas a medias. En cambio, cuando concluyes la actividad, la mente da como un suspiro de alivio. Lo difícil es, sobre todo, empezar a hacer algo. Así, como lo que de verdad te abruma es realizar una actividad que imaginas dura, ardua, lo que puedes hacer es pensar que sólo vas a centrarte en esa tarea durante unos minutos. Sólo unos minutos parecen fáciles de afrontar. Y lo que puede ocurrir es que, ya inmerso en esa actividad, te des cuenta de que no es tan complicada y sientas la necesidad de seguir hasta el final. Por tanto, ante una tarea que te cueste arrancar, tienes que engañar al cerebro diciéndole “Voy a ponerme a hacer esto sólo unos minutos…”, y puedes estar seguro de que estos pocos minutos de actividad te van a crear la suficiente ansiedad mental como para que tú mismos quieras terminar esa tarea.

Por otro lado, investigadores de la Universidad de Pensilvania, sostienen que para ponerte manos a la obra necesitas ser un poco optimista y un poco pesimista. Es la técnica del pensamiento doble. Para ello, prueba a coger un papel y apuntar dos beneficios evidentes que te va a reportar el trabajo que tienes que hacer, y también los dos obstáculos más importantes que te vas a encontrar. Por ejemplo, estudiar para un examen: estoy estudiando para sacarme el último curso de comunicación y los exámenes finales son dentro de un mes. Primero, tienes que pensar acerca de cómo un examen concreto va a hacer que tu vida sea mejor. La primera ventaja puede ser que podrás trabajar y ganarte la vida cuando termines. La segunda ventaja es que podrás trabajar en una agencia, y conocer  a muchas personas. Y desde la perspectiva pesimista, tengo que reconocer que uno de los obstáculos evidentes que me voy a encontrar es que casi no podré salir durante este mes, y mis amigos me echarán de menos. ¿Estoy preparado para eso? Además, el trabajo en las agencias es duro y saldré tarde. Ya tenemos dos ventajas, con sus dos obstáculos consiguientes. Las investigaciones nos dicen que si haces esto obtendrás mejores resultados que si únicamente te dedicas a ver la parte buena, o la parte mala. Hay que llegar a este equilibrio para estar motivado, para no tirar la toalla a la primera.



Conseguir tus sueños no es sólo cuestión de tener buenas ideas, sino ser capaz de llevar estas ideas a la práctica. Recuerda: lo más difícil es empezar.