lunes, 22 de julio de 2013

Mente llena o mente plena

Esa es la cuestión: no es lo mismo una mente llena de cosas que una mente plena de conciencia. La capacidad del cerebro adulto, dotado de una gran corteza cerebral para prever el futuro y recordar el pasado puede ser muy útil pero también es un arma de doble filo, porque nos hace presa de miedos y de deseos interminables. ¡Nos cuesta mucho no obsesionarnos con el futuro, con lo siguiente que toca hacer, o con recordar situaciones pasadas! Los niños son más capaces de vivir en el presente porque su propia estructura cerebral, todavía inmadura, se lo pone más fácil. Pero al cerebro adulto le cuesta hacerlo. Hay que entrenarlo un poco.

Y te preguntarás, ¿para qué tenemos que entrenarlo?, ¿no estamos mejor con la cabeza en otro sitio? Pues no. Seguramente te has dado cuenta de que las experiencias más placenteras son las que te absorben en cuerpo y mente, las que no están contaminadas por las preocupaciones o las lamentaciones: tocar un instrumento, conducir disfrutando de la carretera, charlar con alguien a quien aprecias… Pero lo cierto es que eso también es verdad de las rutinas diarias, como fregar los platos, lavarnos los dientes, pelar una manzana… Dos psicólogos de la Universidad de Harvard, Matt Kilingsworth y Dan Gilbert, han llegado a la conclusión de que casi la mitad de nuestros pensamientos no tienen nada que ver con lo que estamos haciendo. Y esto nos suele ocurrir incluso cuando hacemos actividades supuestamente divertidas, como mirar la tele o charlar con alguien. Demostraron, además, que somos más felices cuando nuestros pensamientos y nuestras acciones coinciden, aunque sólo sea para lavarnos los dientes. Se ha comprobado que te hace más feliz, por ejemplo, barrer el suelo pensando en lo que estás haciendo que barrer el suelo pensando en unas vacaciones de ensueño.

El budismo es sin duda el lugar de origen de la práctica de la atención plena. Sin embargo, los místicos cristianos como Santa Teresa de Ávila, destacaron la reflexión consciente como una forma de estar en comunión con Dios. El aspecto consciente de la atención tiene muchos nombres: zikr en el Islam, kavaná en el judaísmo y el samadhi en el budismo y el hinduismo.

Un método de entrenamiento es el llamado Mindfulness. El mindfulness es un fin en sí mismo. Es atención, conciencia y reflexión de carácter no valorativo. Es una experiencia meramente contemplativa, se trata de observar sin valorar, aceptando la experiencia tal y como se da. Es una observación abierta e ingenua, ausente de crítica y valencia. Se diría que es una forma de estar en el mundo sin prejuicios: abierto a la experiencia sensorial, atento a ella y sin valorar o rechazar de forma activa y taxativa dicha experiencia.

El mindfulness es como un tipo de meditación inserta en la cultura oriental y en el budismo en particular (Gremer, 2005), el ideal Zen de vivir el momento presente. Desde un punto de vista psicológico también se ha venido a considerar como un constructo de personalidad. No es sólo prestar atención, además tiene que ver con mostrar una actitud abierta y curiosa hacia lo que pasa. Sin juzgar ni valorar. Quizá este vídeo te ayude a entenderlo mejor.



P.D.: El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He ahí porque se nos escapa el presente. Gustave Flaubert